Aborrezco el matrimonio

¿Quieres saber por qué aborrezco el matrimonio?

Una vez casado, perderé lo que más necesito para triunfar en la vida: libertad.

Cuando era muchacho, el matrimonio fue una meta. Pero después me di cuenta que era un obstáculo. Tú sabes, mis negocios me consumen tiempo y energía. Tanto, que al llegar a casa, lo único que quiero es descansar, hasta renovarme al cien por ciento. Cuando hay una esposa de por medio la cosa se complica. Ella quiere que le cuente todo, y con punto y coma. Y más aún, ella quiere que le escuche sus mil cosas, y también sus sermones. Y a eso añádele los problemas y proyectos de la casa, la familia, etc. ¿No crees que es mejor hacer una sola cosa, y bien hecha? ¡Yo he escogido mi carrera!

Aborrezco el matrimonio
© Scott Griessel – Fotolia.com

¿Para qué casarme? ¿Para sufrir igual que otros? ¡No! Tengo buenos ojos, y he visto muchas desgracias. Mi tío Juan, por ejemplo. Cuando llega a su casa, llega a un infierno. Su mujer lo único que hace es amenazarlo por todo y por nada. De razón que el índice de divorcios está a punto de alcanzar al índice de matrimonios.

¿Qué es el matrimonio? ¡Un simple acontecimiento, inflado por la emoción humana! Ya muchos se han dado cuenta que no es un paso necesario en una relación. Si una pareja se aman, y quieren amarse más y mejor, entonces que convivan. Si por una u otra razón el amor se reduce a polvo, entonces cada uno que vuelva a su casa (cualquier pareja civilizada lo haría). Pero si estamos unidos en matrimonio, una serie de juicios y papeleos nos esperan. Y el sufrimiento para ambos es mayor.

ESTO Y OTRAS son los argumentos anti-matrimoniales de nuestra generación. Los escuchamos, vemos y palpamos en todos los medios. Las telenovelas nos la inyectan por los cinco sentidos. Los políticos preparan el entorno para su legalización. Los conductores de televisión, ayudados por ciertos psicólogos, se esfuerzan para presentárnoslo como una nueva “normalidad” post-moderna.

¡Mi indignación no es una cucufatería! ¡Tampoco es una actitud neo-puritana! Simplemente soy alguien que quiere un nuevo Perú. Y eso jamás sucederá si sus familias no son fuertes. Y una familia nunca será fuerte, si el matrimonio no es fuerte. ¿Ahora me entienden?

El concepto matrimonio ha pasado por varias involuciones . Primero fue un “pacto de sangre” entre un hombre y una mujer. Antiguamente los pueblos hacían pactos para asegurar su sobrevivencia. El de mayor solemnidad y compromiso y de carácter indisoluble era el pacto de sangre. Los pactantes se hacían cortes a la altura de la muñeca hasta chorrear sangre. Luego se estrechaban la mano hasta entremezclar sus sangres (ellos creían que en la sangre estaba la vida). Y el uno al otro se decían “te doy mi vida”. Del mismo modo, el hombre al unirse sexualmente con su mujer, y derramar sangre sobre su lecho, sellan un pacto entre ellos: un pacto de sangre.

Pasaron los días y los años, y el hombre aprendió a irrespetar sus compromisos. Antes, los acuerdos se celebraban de palabra (“palabra de hombre”). Ahora, hay que firmar un papel. En caso de que una de las partes incumpla, legalmente se le puede obligar.

Acabamos de inaugurar el siglo 21, y el hombre acaba de aprender una nueva modalidad de irrespetar sus compromisos: no firmar. Primero, violó “su palabra”; luego, “su firma”. Y ahora, “su no-firma”. La vez pasada un hombre le dijo a la mujer con quien durmió varios años: “Nada nos une; adiós”.

El matrimonio, de “pacto de sangre” pasó a ser “un contrato legal”; y ahora es “una unión condicional”. ¿Qué será luego? Me temo que desaparezca del código civil. Los que gobernarán el país dentro de 10 años, ahora mismo están aprendiendo a “aborrecer el matrimonio”. Y ellos podrían legislar su desaparición.

[box type=»note» style=»rounded»]Este artículo fue publicado originalmente en el diario Expreso.[/box]

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