Disciplina de deportista

Si hay algo que me disgustaron de los —no pocos— libros de John C. Maxwell que he leído, fue su repetitivo uso de un tipo de ilustraciones. Tanto que, hasta abuso me parecía.

No lo dije antes, por respeto a sus canas y logros. Y lo digo ahora, porque empiezo a entender sus razones. Y ya que clasificamos a un mundial de fútbol, después de 3 décadas, juzgué propicio ponerlo por escrito.

No aposté que lo diría si Perú clasifica a Rusia 2018. Sucede que mi disgusto con las ilustraciones de Maxwell es porque están relacionadas con el deporte más apreciado de los Estados Unidos: el baloncesto.

Mi crítica literaria a Maxwell era: ¿Será que no conoce muchos casos organizacionales para ilustrar sus sentencias?

Pero ahora que mi cultura deportiva se amplió con los análisis sobre por qué Perú no llegó a varios mundiales, y por el caso de dopaje de Paolo Guerrero, concluyo que el deporte profesional es el campo ideal para ver en acción los más altos principios de liderazgo.

Quizá, por ello, el apóstol Pablo recurrió al deporte de carreras en estadios para enseñarnos a mantener el enfoque (1Cor 9:4) en la vida. Incluso habló de la abstinencia del deportista, si desea coronarse (1Cor 9:25) al terminar la carrera.

Es decir, en el deporte se ve amplificada una de las condiciones más importantes para tener éxito en todas las áreas de la vida: disciplina.

Y ahora que la agenda mundial es Rusia 2018, me es ocasión para listar 3 de las disciplinas, común al deportista y al líder que quiere coronarse de éxito.

Comer como deportista

El deportista que come lo que sea, fallará en su rendimiento. El líder, igual.

Comer lo que sea, no fue lo que me enseñaron en mis clases de ética ministerial, pero sí comer todo lo que me pongan en la mesa.

Por ello me enojé duramente con mi compañero de viaje que dejó la piel del pollo en su plato. Hoy, lo veo como un acto de fe.

Me advirtieron sobre la cerveza y el vino, pero jamás sobre la gaseosa.

¡Hasta que, hace poco, conocí a un hermano que desayuna, almuerza y cena como una forma de rendir culto al Señor!

Ya que era extranjero, lo llevé a degustar uno de los platos bandera de la cocina peruana. Yo pedí mi orden, remecida y rebosante. Mi invitado fue selectivo, y previa explicación.

Después me dio sus razones, ya que le fruncí el ceño.

Me contó que, abruptamente, le vinieron ciertos dolores en el pecho. Fue al médico, y después de varios análisis, le recetó una cantidad de pastillas.

Mi amigo pidió al médico que, por favor, le quite todo ese medicamento, y que mejor le diga qué debe comer y qué no debe comer. El médico, como si hubiera visto un fantasma, le hizo un papel con dos columnas, dándole indicaciones en tono de incredulidad, y casi preparándolo para una reconsulta.

Entrenar como deportista

La primera vez que me recomendaron gimnasio, la rechacé de inmediato. Mi alto espíritu religioso me hacía ver como infame asistir al gimnasio con más frecuencia que a la iglesia.

Hasta que descubrí que varios líderes que respeto y admiro van religiosamente al gimnasio.

Me convencí especulando que Pablo no lo enseñó, dado que sus caminas eran más que suficiente. No por gusto dijo que «el entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor» (1Tim 4:8, NTV).

Me desafió mucho cuando otro amigo me dijo que, desde que empezó a correr, se siente con más vitalidad durante el día.

Me pareció una manera de hacer guerra espiritual, cuando otro amigo me dijo que practicaba natación para prevenir la hipertensión que se llevó al cielo a su abuelo y a su padre.

¡Cómo me maravillo aprender sobre la práctica de ejercicios! Será porque en la iglesia que asistí de niño era pecado practicar deporte, y en la iglesia que fui de joven nunca nos explicaron el lado espiritual del ejercicio físico.

Trabajar como deportista

No pudimos clasificar a 9 mundiales seguidos a pesar de contar con grandes estrellas del fútbol, como Los 4 fantásticos.

¡Cómo es posible?

¡Simple!

¡Creer en estrellas en el fútbol es una herejía!

Una cosa es un grupo de once personas tras una pelota, y otra un equipo de jugadores haciendo sinergia para anotar goles. En términos del management, una cosa es hacer actividades y otra lograr resultados consecuentes con la misión.

En una organización, hay una estrella dirigiendo el equipo, pero lo real es una persona teniendo éxito gracias a su habilidad para servirse del talento de su grupo. Exportar esa mentalidad al deporte es fracaso seguro.

Por ello, pues, el deporte es la mejor parábola para una hermenéutica del trabajo en equipo.

Entones

Comer es tan espiritual como cantar alabanzas. No por gusto nuestro Señor comparó su relación con nosotros como cenar juntos (Apo 3:20).

Así como el cuerpo requiere ejercicios, el espíritu requiere entrenarse en sumisión.

Ser parte de un grupo es lindo. Pero si apuntamos a metas, hay que ser equipo.

Y para que ocurran, se requiere disciplina… de deportista.

Sorry, John C. Maxwell.

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