Leyes vocacionales

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La pregunta del millón de dólares siempre será ¿para qué sirvo? Benditos los que logran responder y benditos sus logros por el resto de sus días. ¡Terrible vivir sin saberlo y doblemente terrible morir habiendo hecho lo contrario!

Hay 4 cosas que debemos hacer respecto a nuestra vocación («para qué sirvo»).Las llamo leyes porque,al incumplirlas,la justicia de la vida condena a la frustración perpetua.

Ley 1. Descubrir tu vocación
Es raro encontrar chicos que saben lo que quieren o,por lo menos,que tengan una idea.Se les reconoce porque hablan de ello,duermen con ello,sueñan con ello,despiertan con ello, caminan con ello; hasta darían su vida por ello.Lo más fascinante es que no tienen ni cualidades ni pinta para ello,pero tienen una idea y «se la creen» (cuadro típico de triunfadores).Quizá el mejor ejemplo sea Jesús: 12 años y ya entablaba interesantes pláticas con los intelectuales de su época.¿Fenómeno o normalidad perdida? Tener una idea es el primer paso para descubrir tu vocación.

Las ideas son como gotas de agua de tu destino; por favor,no las desprecies.Las grandes realizaciones comenzaron con una idea, pero apreciada.Pregunta a cualquier triunfador cómo empezó su hazaña y te dirá que todo comenzó con una idea que fue madurando poco a poco.Y no faltará quienes te digan que todo se inició sin querer queriendo.

Si profundizas tu idea de vocación,lo más probable es que logres un grado promedio de convicción.Porque luego de prepararte y experimentar un poco,recién esa idea encajará en tu identidad y cobrará sentido.

Ley 2. Prepararte en tu vocación
Prepararse es el siguiente paso.Es decir,convertirte en técnico, especialista y/o científico de aquello que te gusta.Significa que debes estudiar en un instituto superior o universidad.De otra forma sólo serás un tipo con ideas bonitas.Pero si tu plan es triunfar en la vida,será mejor que te conviertas en un perito de lo que te gusta.

¿Qué debo estudiar? se preguntan muchos.Un muchacho,a punto de terminar la secundaria,me hizo esa pregunta.Le respondí 1) Pregunta a tu Creador,pues él nos trajo para un propósito, 2) Lee y relee los prospectos de las carreras que ofrecen las universidades,3) Conversa con gente que ya está ejerciendo las carreras que llaman tu atención y entérate de todo,4) Sométete a un test vocacional.

Quiero que tengas una idea del por qué prepararte.Los años 1985 al 1990 se decía que podrán sobrevivir al 2000 quienes tengan 1) carrera profesional,2) sepan de computación,y 3) hablen inglés.¿Cierto? Hasta pareciera que los omisos a estas exigencias son «inútiles».

Hoy se habla del 2020 y 2021.En cuanto a exigencias se dice: 1) 3 carreras profesionales, 2) 4 idiomas,3) conocimiento cultural del mundo. En cuanto a calidad: 1) alta capacidad administrativa,2) cociente intelectual de inventor,y 3) alto sentido de moral. ¿Cómo vamos..?

La Biblia dice que Dios tiene «grandes cosas» para sus hijos. Pero también dice que esas grandes cosas son para quienes «están preparados» (2 Tim 3:17).Es decir,el punto no es si Dios tiene o no grandes cosas para sus hijos,sino si sus hijos están o no preparados para esas grandes cosas.

Ley 3. Ser bueno en tu vocación
¡Pero prepararse no es todo! Si así fuese,¿por qué muchos universitarios terminan como ambulantes y taxistas,o haciendo otra cosa para lo cual no se prepararon? Las respuestas son amplias,y una de ellas es que no son buenos en su vocación.La empresa necesita y/o prefiere a los mejores.Incluso estará dispuesta a duplicarte y triplicarte el sueldo para que renueves contrato (conozco la historia de un profesional tan bueno,que 2 multinacionales se pelearon por tenerlo en sus filas).

Ley 4. Vender tu vocación
¡Pero no basta ser buenos! En nuestro país tenemos grandes profesionales que viven por debajo de lo suficiente! ¿Qué pasó? Las respuestas también son amplias,pero la de más peso es que no saben venderse (marketing personal),y quienes lo hacen,lo hacen mal.

Antiguamente se dijo que unos nacían para las ventas y otros no; incluso se difundió el término «vocación de vendedor».Con la frase «este tipo es bueno para las ventas y aquél no» se cernía a los vendedores.Pero hoy se dice «todos venden algo».La señora de la esquina vende caramelos,el abogado vende asesoría,el albañil vende servicios,el ingeniero vende soluciones,el periodista vende información,el predicador vende buenas noticias.El desafío para todos es aprender a vender bien.Y la premisa es: quien no sabe vender no sirve para nada.

Un amigo mío,después de leer el aviso en el periódico sobre una oportunidad de empleo,inmediatamente se presentó a la convocatoria.Sus ojos brillaban frente a los detalles que le ofrecían,hasta que escuchó la palabra «ventas».Aterrado y convencido de que no había nacido para las ventas se retiró. ¡Ojalá hubiese sabido que sí nació para vender,aunque no para vender cualquier cosa!

Hay algo que quiero enfatizar: saber venderse debe ir de la mano de ser buenos.Las personas que confían en su montaje publicitario,con el tiempo engruesan las filas de «no gratos» para clientes y empleadores.

Para concluir
Déjame compartir una historia de la vida real. Resulta que una mujer,viuda,pobre y endeudada se encontró con un profeta llamado Eliseo,famoso por los alucinantes milagros de su ministerio.Esta mujer,con lágrimas,lamento y queja contra Dios, expone su caso con lujo de detalles (sospecho que tenía la esperanza de arrancar un milagro del profeta para salir de su crisis).¡Pero nada! Más bien recibe una pregunta,aparentemente fría, ¿qué tienes?

La mujer hace un balance imaginario y responde «nada». El profeta replica con la misma pregunta.La mujer,presionada por el tono enfático y la imponente presencia de Eliseo,piensa y,en tono de autosubestima,da una respuesta más concreta: «Sólo tengo una vasija de aceite».El profeta,emocionado,le dice: «Es suficiente».Le pide que busque vasijas vacías y las llene con el aceite que tiene; el milagro sería que el aceite no cesará.

Lastimosamente la viuda sólo consiguió unas cuantas vasijas. Para cuando regresó el profeta había varias vasijas de aceite. Creo que la mujer pensó para sí:«Este profeta cree que sólo de aceite vivirá el hombre».Pero grande fue su sorpresa cuando el profeta le dijo:«Vende las vasijas de aceite; con el ingreso paga tus cuentas,y el resto úsalo para tu sustento» (1Reyes 4:1-7).

¡Qué impresionante historia! De allí extraje las 4 leyes que acabo de citar.A la viuda le cuesta descubrir lo que tiene.Su nivel de preparación y grado de iniciativa está en su trabajo por conseguir vasijas.La parte de la multiplicación es la intervención divina.Los ingresos económicos vendrían por las ventas de su nuevo negocio.

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