Mi candidato ideal

Imagen: apops - Fotolia.com
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Una de las figuras políticas más grandes en la Biblia fue el rey David. Y ya que pretendo pintar a mi candidato ideal, resaltaré algunas de sus cualidades. No tanto para influir en tu voto; sino para que tú lo seas en las próximas elecciones —si así es tu llamado—.

Que sirva, en vez de servirse

—David, después de servir a su propia generación conforme al propósito de Dios, murió (Hechos 13:36, NVI).

Así empezó, y así terminó.

El que menos dirá que está en política para servir a su nación, pero lo que realmente quieren es aprovechar su paso por la política para enriquecerse lo más solapadamente posible.

¿Cómo saber si un candidato realmente desea servir? Una manera sería, si en forma privada ha acumulado fortuna, y su incursión en política no le conviene como negocio, pero sí como gratitud a la nación que lo vio nacer.

Que gobierne, en vez de derrochar

—Ahora, debido a la devoción que tengo por el templo de mi Dios, entrego todos mis propios tesoros de oro y de plata para ayudar en la construcción (1Crónicas 29:3, NTV).

David no cargó al tesoro público el presupuesto total para construcción del templo. Más bien, desembolsó todo lo que tenía.

Los que sueñan con llegar a un puesto de gobierno, también sueñan con lo que despotricarán a nombre de gastos varios, y otros repartijos como si fuera su propia chacra.

Gobernar es un concepto mucho más fuerte que administrar bien, y mucho más serio que liderar maravillosamente.

¿Cómo saber si no derrochará una vez llegue al poder? Cuando no sólo dice ser austero, también lo parece (testimonio público).

Que influencie, en vez de enseñorearse

—«A lo mejor el Señor le ha ordenado que me maldiga. Y si es así, ¿quién se lo puede reclamar?» (2Samuel 16:10, NVI).

David, en uso de sus derechos de monarca, pudo terminar con la vida de un julano que se puso a maldecirlo públicamente. En lugar de eso lo asumió como el derecho a expresarse de sus gobernados.

A los latinos nos gusta que un mandamás nos gobierne, porque pareciera que son más eficaces que los que recorren por el laberinto burocrático. Y los que llegan a sentarse en palacio aprovechan esta debilidad para decidir hasta por los gustos y colores de sus gobernados.

Mucho, y a largo plazo, se lograría si un gobernante sirviera de influencia para que sus gobernados se autogobiernen.

¿Cómo saber si no se enseñoreará una vez en el cargo? Cuando viene de un partido político de trayectoria en el país, y él mismo ha hecho una brillante e intachable carrera en ella.

Conclusiones

La arena política es para servir. La mejor manera de servir es gobernando bien. Y quién gobierne bien siempre será de influencia, aún muerto.

Lo que estoy planteando no es exclusivo para los políticos. Lo estoy aplicando al terreno político, para… santificarlo un poco, o mucho.

¿Qué otras características particulares ves en el rey David como político?

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