Momentum ministerial

Momentum Ministerial

Hay un día y una hora para entrar en tu momentum ministerial. Lo sabrás porque ese día serás lanzado a tu destino, te manifestarás al mundo y alcanzarás reconocimiento y respeto de la gente. El tiempo de pifeos y piedras pasaron, ahora el mundo es tuyo.

El Señor tenía un plan para José; o mejor dicho, el Señor tenía un plan y se proveyó de José para ejecutar ese plan. El primer paso fue que éste comprenda su llamamiento, o por lo menos tenga una remota idea. Y usó un par de sueños, porque no hay nada más cercano a la realidad que un sueño. Luego del primero sueño, José comenzó a tener grandes y emocionantes sospechas sobre su destino. Ya cuando vino el segundo sueño, una nueva realidad surgió a su frente; lo podía ver despierto y lo podía ver dormido (capítulo 1: “José ve su futuro”).

Tanto había impregnado la visión en la cabeza de José que no tuvo otra opción y lo compartió con sus hermanos. Por supuesto que recibió un obvio rechazo, pero ya era muy tarde para hacerle cambiar de “plan de vida”. La visión había echado raíces hasta su corazón y huesos, que ni la incomprensión de papi lo hizo titubear un segundo. Ahora su corazón bombeaba otro tipo de sangre, y se sentía singular y único. ¡Todo era cuestión de tiempo y listo!

Sus hermanos, hartos de José y sus sueños, complotaron contra él, y aprovechando su poca capacidad de defensa propia, decidieron venderlo como esclavo a unos ismaelitas que pasaban por allí. José, mientras escuchaba las negociaciones, en su corazón se despedía de ellos. Le entristecía no la operación comercial que hacían de él, sino el hecho de no volverlos a ver sino hasta cuando llegue su momentum. Pero en fin, la función debe continuar, y ya empezó el capítulo 2: “José empieza su entrenamiento”.

Unos días después, los ismaelitas revenden a José a la gente de Potifar, un alto funcionario militar del rey de Egipto. José, ni bien pisó su nueva casa, una sensación de haber llegado al desenlace de su película lo embargó; pero no, falsa alarma. Sólo es el capítulo 3 de la película “José aprende a servir con excelencia”. Pues es aquí donde José reaprende a ser un caballero, y donde sus hábitos de ganadero se reformulan en hábitos de ejecutivo.

Pero ahora viene lo bueno. José ya aprendió a ser fiel con las cosas, y su próxima lección es aprender a ser fiel con las personas. ¡Y qué prueba que pasó! Un día, la esposa de Potifar se le insinuó abierta y descaradamente cual gata en celos. Pero José, en lugar de entregarse a brazos extraños, huyó como pájaro que escapa de su trampa.

¿Cómo es que José no perdió el timón de sus pasiones, normales y naturales? José tenía una mentalidad de santidad y no pensaba rebajarse. Primero, esa mujer no es su tipo. Segundo, no le gustan las de segunda mano. Tercero, no quiere ser infiel a la mujer que está por venir. Y cuarto, ama apasionadamente al Señor, pero también le teme reverentemente.

Este majestuoso despliegue de santidad le costó ser acusado de acoso sexual. Y debido a las influencias de Potifar, quien creyó a su mujer a toda costa, fue inmediatamente encarcelado. Pero José, sin el menor resentimiento por la justicia, aprovechó su estadía en la cárcel para completar su entrenamiento en excelencia de servicio, pues una cosa es servir con altos recursos y otra con escasos recursos. Y así termina el capítulo 4 “José aprende a decir no”.

A muchos días de estar encarcelado, José empieza a imaginar con la inesperada aparición de una mujer arrepentida en polvo y cenizas, y que debido a la persecución de su conciencia, viene a aclarar la cuestión. Pero no. Había otra lección que aprender. Y comienza con el sueño de su compañero de prisión. José escucha el sueño, y se llena de doble gozo. Primero, porque bendeciría a alguien usando su altísima comprensión de sueños y revelaciones. Y segundo, porque el soñador era, nada más y nada menos, el coopero del rey; es decir, alguien muy cercano al entorno gubernamental, y quién sabe si podría abogar por él. Por eso, después de declararle la interpretación del sueño, le dice: “Mira, una vez libre, no te olvides de mí” (Gen 40:14). Pero saben, el coopero una vez libre y repuesto a su cargo, se olvidó inexplicablemente de José. Pero esto no es fortuito, es una escena del capítulo 5: “José aprende a manejar sus traiciones”.

¿Qué habría ocurrido si este ex compañero de cárcel se acordaba de José? Quizá habría logrado la excarcelación de José y un puesto de asistente, pero del coopero. Por eso, al ser olvidado, su sexto sentido de José le decía que algo aún más grande le espera.

De pronto el rey tiene dos sueños, y ninguno de sus adivinos logra ni siquiera raspar el borde de una auténtica y satisfactoria interpretación. El coopero se entera de ello, y frente a su desesperación por encontrar alternativas, un viejo recuerdo le viene a la mente: José y su habilidad para descifrar sueños. El rey, convencido por el testimonio del coopero respecto a los dotes de José, decide citarlo a su despacho.

José descansaba en su celda, luego de una jornada de duro trabajo. Hace poco que había cerrado los ojos. Entonces el carcelero le llama abruptamente y le dice: “Tenemos 15 minutos para transformar tu aspecto físico, pues tienes una cita con el rey”. José, mira al cielo y hace una sonrisa, se llena de gozo y guiña el ojo al Señor, se levanta e inmediatamente se alista y se deja alistar para su gran cita.

José llega a su cita, escucha el sueño y lo interpreta magistralmente. El rey no sólo quedó satisfecho con la interpretación y el corazón devuelto, sino que inmediatamente asume que un espíritu superior habita en José. Al segundo instante, el rey toma una decisión: nombrar a José como su primer ministro y ministro de economía y finanzas. Y así acaba la película con el capítulo 6 “José entra a su momentum”.

El potencial de José es interpretar sueños, pero es insuficiente para alcanzar su destino. También necesita carácter, y lo forjó bajo un duro entrenamiento, hasta que llegó su momentum. Y cuando le llegó, estaba lo suficientemente preparado para atraparlo y no dejarlo ir.

Las circunstancias inesperadas y vientos contrarios antes del momentum no lograron desanimarlo; es que José ya había visto el final de la película.

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