Servidos para servir

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Poner en marcha todos los planes y proyectos requiere ovejas militantes, discípulos radicales y voluntarios sacrificados. Es decir, gente de carne y hueso, pero comprometida.

Ideas, lo hay por doquier. Manos es lo que falta. ¡No se imaginan cuánta falta hace! ¡Lo necesitamos a gritos! ¡Pero no por eso deberíamos incurrir en servilismo!

La mayoría de creyentes se sienten realizados cuando los ponen a servir. Por eso se cambian de iglesia, por una donde se sientan útiles. Por eso les encantan mensajes con títulos como “Siete cualidades para ser usados por Dios”. Por eso reviven cuando les auguran “Dios quiere usarte poderosamente en tal /cual área”. Por eso su oración más lagrimosa es «Señor, úsame». Por eso la meta de su testimonio es que se diga de él que “es un siervo bien usado”. Y por eso su oración pre-matrimonial es “Señor, dame un siervo(a)”.

Preguntas de discusión 

1. ¿Qué tipo de gente se requiere para cumplir todos los grandes sueños?
2. ¿En qué podríamos incurrir, afanados por lograr grandes cosas?
3. ¿Cuando la mayoría de creyentes se sienten bastante realizados?
4. ¿Qué cosas haz escuchado durante toda tu vida, respecto a «servir/servicio»?
5. ¿Conoces desenlaces sobre servilismo?
6. ¿Cuál es un principio elemental del liderazgo?
7. ¿Cuál es un principio elemental del ministerio?
8. ¿Qué le condicionó Jesús a Pedro cuando éste no quiso dejarse lavar los pies?
9. ¿Cuál es el desafío de la iglesia?
10. ¿Cuál es el desafío de las ovejas?

Muchas iglesias y ministerios, conscientes o inconscientes de esto, han desarrollado mecanismos sofisticados de reclutamiento de personal en función a eso. Los atraen a su estructura a punta de jugosos sueldos psicológicos. Los mantienen en su fábrica de intangibles bajo el efecto hipnótico de “el que no sirve, no sirve”. Y todo esto con el fin de disponer de una mega maquinaria de voluntarios trabajando en pro de una organización. Por supuesto que de buen corazón y Biblia en mano, pero enfocado en una realización por el servicio.

La prédica es “sirve”. El saludo es “hola siervo”. El test vocacional es “en qué puedo servir”. El motivo de gloria es “soy un siervo”.

¿El resultado? Gente cuyo sentido de valía yace en su servicio. Tanto, que cuando sus dones y talentos demoran en despertar, reclaman estrepitosamente al cielo “por qué no me usas, Señor”.

Hasta aquí, todo el escenario anterior narrado no tiene nada de anormal. El desenlace es cuando pasan los años. Cuando las fricciones, al principio invisible, ahora son palpables y medibles. Cuando el sueldo psicológico ya no alcanza. Cuando las frases motivadores ya no llenan. Cuando lo que antes te movía ahora te manipula. Es decir, cuando despiertas y te das cuenta que eres una pieza absolutamente reemplazable de un rompecabezas organizacional. O sea, cuando te das cuenta que te valoran porque sabes hacer algo y te necesitan.

¡Distinto habría sido si los hubieran puesto a servir luego de haberlos servido!

Cuando se recluta gente para ponerlos a servir están cumpliendo un principio elemental del liderazgo (usar gente), empero están violando un principio elemental del ministerio (servir gente). El afán de logro organizacional se confunde con el logro ministerial; entremezcla las motivaciones y distorsiona objetivos.

Jesús no buscó gente para ponerlos a funcionar en su maquinaria de conquista mundial. ¡No! ¡El vino para servirlos! (Mar 10:45). Lo de conquista mundial vendría por añadidura, por inercia, por gravedad. Por eso cuando se agachó para lavar los pies de Pedro y éste escandalizado quiso negarse, le reprochó: “Si no me dejas servirte primero, tú no podrás servirme luego” (Jn 13:8). Por eso, cuando Martha quiso indisponer a su hermana María acusándola de descomedida, le respondió: “No pretendo que me sirva alguien a quién aún no he servido todavía” (Lu 10:38-42). Y por eso mismo a Zaqueo le dijo “ya te he servido; ahora voy a tu casa para que me sirvas” (Lu 19:5-10).

El desafío de la iglesia es servir a la gente antes de ponerlos a servir. Y el desafío de las ovejas es dejarse servir antes de ponerse a servir. Es criminal para un líder obviar esto, y para la oveja es un suicidio.

Sólo alguien que ha sido servido puede servir. Por supuesto que servir (dar) es mejor que ser servido (recibir), pero tampoco nadie puede dar (servir) si primero no ha recibido (servirse) (Hech 20:35).

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